Alguna vez usted ha reflexionado, sobre ¿qué es el sexo? ¿Por qué hay dos sexos definidos y bien marcados y bien ubicados? ¿Quién es el autor del sexo en el hombre y mujer? Por supuesto que surge muchísimas preguntas interrogantes positivos y negativos en la mente humana sobre este tema.
Amados amigos y hermanos, en este segmento sobre el tema del sexo, entiendo que ustedes están muy conscientes que el hombre como tal tiene un solo sexo y la mujer igualmente tiene un solo sexo, ambos se diferencian por la forma, estructura y función.
Ahora bien, usted y yo, sabemos por lo tanto, que no hay un tercer sexo, ni transformado, ni cambiado, ni disimulado.
El ser humano, hombre y mujer fue creado diseñado por Dios, así de sencillo. El sexo en los animales también lo creó Dios.
Pero, vayamos a nuestro tema de reflexión, si la raza humana, tiene un sexo definido y bien marcado, por qué se acepta que hay un tercer grupo con sexo deformado.
En necesario saber para qué y por qué Dios, creo e hizo el sexo en el hombre y la mujer. La respuesta es para la procreación humana, y como un medio de la manifestación de amor en la pareja que contrajo matrimonio, y además para el buen funcionamiento de órganos, sistemas, entre si en el cuerpo humano.
Como Dios es tan sabio, y perfecto, ubicó el sexo en el lugar más intrínseco del cuerpo y no lo dejó a la intemperie como el cabello, los ojos, las manos y otras partes. Es que el sexo masculino y femenino, necesita respeto, cuidado, protección, no está expuesto al aire libre para ser manoseado, maltratado, abusado, violado, vejado, destruido sometido al comercio sexual por otra personas; mucho más si se trata del sexo de la mujer.
Si el sexo es el órgano reproductor de la raza humana, y el deleite y gozo de la pareja en matrimonio: entiéndase por favor, cuando digo pareja conyugal, se trata de la unión de un hombre con una mujer, esta es la pareja monogámica, heterogénea, de ellos saldrá la familia. Este es el orden de Dios.
No podemos trastocar, distorsionar, cambiar las leyes, estatutos y mandatos del Señor, permitir: “unión de dos hombres, o la unión de dos mujeres, esto se llama aberración, pecado, destruir el sexo el órgano más bello y hermosos que Dios le dio al hombre y mujer, para que se gocen, lo disfruten, pero SOLO EN MATRIMONIO.
Si se juega y se distorsiona el uso y abuso del sexo, fuera del matrimonio, fácilmente está destruyendo toda su vida como persona y su vida espiritual, síquica y mental.
La unión mala, perversa, comercial del sexo de hombre con hombre, se llama HOMOSEXUALIDAD. La unión sexual de mujer con mujer se llama LESBIANISMO.
Querido joven varón, querida joven señorita, ninguno de ustedes, tiene derechos, ni hay leyes humanas, tampoco Dios ha dado orden de que el sexo sea descubierto, usado y maltratado antes del matrimonio, eso se llama violación, con autorización o sin consentimiento de la persona.
Recuerde bien que no hay un tercer sexo, ni en la humanidad ni en los animales. La degradación sexual lleva al pecado y el pecado a la muerte de tormento.
La homosexualidad no es enfermedad, ¡no es así! La homosexualidad de hombre con hombre y mujer con mujer, es producto de una mente, alma y corazón entenebrecido delante de Dios.
La Biblia es muy enfática, descriptiva y clara en las consecuencias del uso del sexo distorsionado por la desobediencia. Reflexionemos sobre la siguiente cita bíblica que se encuentra en Romanos 1: 24 - 27 24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. 26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, 27 y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.